Gonzalo Sayés

A principios de los años 90, estando trabajando como pasante en un despacho de San Sebastián, uno de mis amigos de la Facultad (Luis Unceta) me sedujo con la idea de colaborar en el que iba a ser su gran proyecto de vida: BSK. Afortunadamente, tuve la suerte de aceptar tal invitación, pues, con el paso del tiempo, aquél sueño suyo se ha convertido en una realidad mía.

Los primeros (y ya lejanos) años en BSK los recuerdo con especial añoranza: sólo tres abogados y una secretaria, con muy pocos medios, pero muchas ganas de comerse el mundo. Y, por encima de todo, volcándose siempre hacia el cliente, en todas sus necesidades e intentando darle siempre la respuesta más ágil y de mayor calidad posible.

Durante los más de veinte años que llevo en BSK he podido crecer personal y profesionalmente al mismo ritmo con el que han crecido tanto el Despacho como muchos de sus clientes. También he podido colaborar y poner en marcha muchos de los que hoy han llegado a ser departamentos autónomos en BSK. Pero, si de algo estoy orgulloso, es de poder constatar que los mismos principios que sirvieron para poner en marcha la empresa (trabajo, calidad, formación y revisión) son exactamente los mismos que los que, a día de hoy, siguen inspirando a los más de cincuenta profesionales que conforman BSK en la actualidad.