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06.11.2020

Fondos de inversión, de rescatadores, a socios en el crecimiento de empresas `saneadas y socialmente responsables´

En ocasiones como las que nos toca vivir en la actualidad, en plena pandemia, sanitaria y económica, originada por el Covid-19, la labor de los Fondos de Inversión se ha ligado, generalmente, al rescate de empresas en dificultades. Empresas con un futuro complejo e incierto, a las que, en esta compleja situación, esta figura se antojaba como único balón de oxígeno para seguir respirando. Hubo quien, los menos, en crisis pasadas, aprovecharon con cuestionable ética el momento. Esto les valió el que sobre ellos se generalizara el injusto y generalizado apelativo de fondos “buitres”. El tiempo se encarga de ordenarlo todo y ponerlo en su sitio. Hoy día, para las empresas, otros tipos de fondos pueden ser un buen socio para crecer, ganar en dimensión y afrontar nuevos retos. Pero, ¿qué hará ganarse su confianza a una compañía para que le acompañen en ese viaje? Fundamentalmente, se alían con empresas que tienen los deberes bien hechos, saneadas, con inversiones sostenibles y que, además, muestren una clara responsabilidad y compromiso social.
Así pues, ¿qué elementos comparten las “empresas atractivas”? Se trata de compañías saneadas económica y financieramente, y con resultados vistosos, desde luego. Pero no sólo eso. Son empresas que crecen de un modo socialmente responsable, ateniéndose a los números, sí, pero haciéndolos crecer desde el respeto a aspectos tales como la eficiencia energética o una menor contaminación. También, la promoción de la salud y el debido cuidado de los derechos de sus trabajadores. Y, sobre todo, una arraigada cultura basada en el estricto cumplimiento de la Responsabilidad Social Corporativa, gestionando desde la diligencia y la transparencia.
Para ello, como las hormigas de la fábula, se dotan de las herramientas apropiadas: un sistema adecuado de auditorías y consiguientes certificaciones, un código de conducta efectivamente aplicado, un programa de prevención de delitos perfectamente arraigado, la implementación de medidas anticorrupción y el respeto a las buenas prácticas tributarias. También, el establecimiento de políticas de inversión sostenibles y la atención a los indicadores no financieros, principalmente los medioambientales, así como una correcta ponderación entre los intereses económicos de la compañía y de sus grupos de interés, por un lado, y la ética y la moderación empresarial, por otro.
Pasado así un tiempo, dichas sociedades, cuya estrategia se basa en la moderación, continúan creciendo. Se muestran fuertes, consistentes, robustas. Por eso, a las mismas acuden interesantes pretendientes, los antedichos Fondos de Inversión, a sabiendas de que darán con compañías resistentes, capaces de aguantar mejor los embistes y tempestades que sobrevengan.
De hecho, lejos de toda fábula, la realidad y el grave momento actual originado por la Covid-19 así lo están evidenciando. Las empresas nacidas y, sobre todo, crecidas al albor de la Responsabilidad Social Corporativa, coincidentes, por lo general, con compañías de un cierto tamaño, no sólo están mostrando especial solidez ante los contratiempos, sino que, de nuevo, atraen el interés de inversores, también en tiempos de coronavirus, a la vista, precisamente, de su resistencia y capacidad de progresión incluso cuando acontecen los peores momentos.
Pero, además, y no es cuestión baladí en la actual coyuntura, tales compañías, especialmente empáticas y sensibles a las circunstancias económicas y sociales de cada momento, por así
venirlo cultivando en su ADN, se están mostrando especialmente cuidadosas y proactivas ante las necesidades colectivas derivadas de la pandemia. Por ejemplo, prestando especial atención a sus profesionales, vigilando su salud y seguridad y proporcionándoles flexibilidad. También, facilitando la producción o financiación de material sanitario y productos de urgencia, acercándose así a la ciudadanía. Y, por supuesto, estando muy próximos a sus clientes y a sus proveedores en circunstancias tan delicadas.
Todo ello, genera, sin duda, rentas futuras, que se materializarán en buenos resultados. Pero también en el refuerzo y difusión de la cultura de la sostenibilidad. Uno y otro aspecto, complementarios e interdependientes, serán el mejor imán para potenciales inversores que, ahora más que nunca, apuestan fuerte por el crecimiento responsable. Ese crecimiento tan necesario y anhelado en los tiempos actuales.
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