Legal & Fiscal
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20.11.2018

Corporate compliance: No vale cortar y pegar

 El Instituto de Máquina Herramienta (Elgoibar) acogía recientemente una interesante presentación sobre qué es y para qué sirve el Corporate Compliance o el programa de prevención de delitos. La jornada organizada por AFM y el Cluster Hegan fue amena y estuvo salpicado de preguntas por parte de los representantes de las numerosas empresas que asistieron porque el tema es de máxima actualidad y se las trae.

 
La exposición fue clara y directa. Si a alguien se le había pasado por la cabeza hacerse con el programa de prevención de delitos de otra empresa para, con los cambios más básicos (nombre de la empresa, número de trabajadores, CNAE y cuatro cosas más), hacerlo suyo que se le vaya quitando de la cabeza porque no le servirá de nada.
 
El objetivo de implementar este tipo de programas en la empresa no es otro que el de librar de cargo alguno a la sociedad en el hipotético caso de que en su seno se haya cometido un delito. Para ello, antes hemos tenido que integrar protocolos ad hoc, difundir y formar a toda la plantilla sobre los mismos y acometer una revisión periódica de cara a garantizar su ejecución y buen cumplimiento. Es decir, hemos implementado con eficacia un programa de prevención de delitos o Corporate Compliance.
 
Y es eso precisamente lo que valora la justicia, la eficacia. Lo que hará que ante una crisis como la citada que el juez/a valore que la empresa ha hecho todo lo posible, ha dispuesto todas las medidas, para que no se cometa un delito y de que si éste se ha producido tendrá a una o varias personas a las que señalar, pero nunca a la organización.
 
Por eso, no vale cortar y pegar. El “Compliance” no es una credencial más en el currículum de una empresa. Es el valor añadido, es la garantía de un trabajo que responde a una ética empresarial de cumplimiento de la norma y cuyo reflejo es de 360º, porque tiene un impacto directo y positivo en las relaciones internas y formas de trabajo; porque tiene un impacto positivo en la reputación de la empresa; porque tiene un impacto directo en la relación con terceros, proveedores y clientes; porque… en definitiva, suma y te diferencia.
 
¿Es un proceso engorroso que llevará mucho tiempo y dedicación? La respuesta es sencilla: depende de cada empresa, depende de su actividad y dimensión, dicho en términos generales. Ahora bien, por dar un ejemplo, un programa de estas características en una empresa de cincuenta trabajadores/as puede estar implementado en un mes.
 
El Corporate Compliance es fundamental para la estabilidad e integridad de la compañía. Pero, ¿de qué le sirve a los administradores? Le será útil en tanto queda acreditado que han sido los que han impulsado el programa de delitos en la propia empresa, se atienen a él, y de esa manera protegen su propia responsabilidad ante la posibilidad de que uno de los profesionales haya obrado al margen de la ley.
 
Además de todo lo dicho, de las razones, muchas, que animan a implementar estos programas aun no siendo obligatorio legalmente hacerlo, hay dos más.
 
Una es que servirá para hacer un repaso exhaustivo sobre cómo estamos haciendo las cosas. Porque seguro y estamos convencidos de que lo estamos haciendo todo bien. Pero siempre puede haber algo que necesitamos ajustar cuando dejamos que un tercero, independiente, repase con nosotros nuestras políticas empresariales.
 
Y dos, ya hay empresas e instituciones que a la hora de valorarnos como clientes o proveedores nos lo van a solicitar. ¡Ojo porque podemos ser responsables por acciones de nuestros proveedores! Así que cuando tengamos el programa implementado no estará demás que se lo solicitemos. Sirva también como ejemplo que ya hay aseguradoras que tienen muy en cuenta si la empresa dispone de Corporate Compliance a la hora de calcular la prima. El riesgo, por su compromiso es menor, luego la aseguradora lo reflejará fijando una prima inferior.
 
El programa de prevención de delitos es una herramienta que ha venido para quedarse, que en Europa ya está muy extendido y que estamos siendo los últimos en subirnos a este tren. Hay que hacerlo. Sin prisa, pero sin pausa, porque su implantación servirá para hacernos las cosas más fáciles y sencillas.
 
Así que ojala este sea un tema de análisis en la próxima reunión de aquellas empresas que no lo hayan hecho ya y sea objeto de valoración positiva su ejecución. Es un proyecto ilusionante que requiere del impulso de la dirección, de una asignación presupuestaria y del compromiso de toda la organización.